Hace una semana se cumplieron veinticinco años del fallecimiento de Freddie Mercury. Escribirlo me estremece porque mi cerebro cree que se acuerda de aquel momento a pesar de que probablemente sean recuerdos creados por un fuerte deseo de volver a ser un niño, cuando los problemas eran diferentes. No es que ahora tenga muchos, llevo una vida propia de un burgués sin conciencia nacional pero, como a Karina, cualquier tiempo pasado me parece mejor.

Freddie Mercury es un símbolo de una época. Empezó en los '70 con el Glam Rock y falleció en los '90 dejándonos unos himnos de una épica que pocos han alcanzado después; también simbolizó la visibilización y el debate social sobre la normalización de la homosexualidad y el estigma del SIDA. Ojalá su triunfo hubiera sido completo, pero vivimos en el mejor de los mundos y eso me aterra a veces.

Pero yo he venido aquí a hablar de mi semana en la asignatura de CTIC (si no me lo recuerdo por escrito puedo divagar durante horas). Tras entregar las PEC de otras asignaturas que me preocupaban por mi agenda personal de los próximos días, me he quedado libre para empezar con la primera redacción del proyecto.

Como he comentado en anteriores entradas, me gusta planificar las cosas a conciencia y, si luego no salen como quiero, me cabreo porque soy un ser humano del primer mundo del siglo XXI y la frustración vital por cuestiones menores es mi forma de vida. El asunto es que estaba preocupado por encontrar cómo trasladar la información desde los artículos de nuestro grupo de Zotero a una redacción ambiciosa en sus objetivos, aunque no por la razón esperada: ¿cómo voy a meter todo lo que quiero decir en tan pocas palabras? ¡Sintetizar es una enfermedad de nuestro tiempo! ¿Dónde quedaron las visiones holísticas de las cuestiones acometidas? ¿Dónde el sesudo desarrollo que separaba a la intelectualidad de los hombres-masa de Ortega? Un día más, rasgo mis vestiduras en señal de duelo por la humanidad perdida. No gano para ropa.

¿Qué quería decir yo? Ah, sí: inmerso en la reflexión de la planificación, tuve una revelación (esta repetición de sonidos se llama aliteración): me di cuenta del valor del mapa conceptual como transmisor entre nuestro índice de contenidos, la información en nuestro poder y su plasmación en el Google Sites. Es un instrumento perfecto de esquematización para este tipo de trabajo; en su elaboración apliqué técnicas de extracción de conceptos clave estudiados en la asignatura de Lenguajes documentales, e incluso hice mi propia curación de contenidos conceptual en ausencia de algoritmo que me la facilitara, ¡todo esto días después de mostrarme escéptico de su utilidad! Fontaine, je ne boirai pas de ton eau... Uno pasa la vida aprendiendo cosas que nunca sabe cuándo va a usar, pero cuando descubre que eran útiles y que sobre ellas pueden construirse otras cosas, comprende cómo se llegó hasta la ciencia que nos permitió rodar en un plató que el ser humano había llegado a la Luna.

En esas me encuentro ahora mismo, en pasar de lo abstracto (el mapa conceptual) a lo concreto (la primera redacción del proyecto). Es ese momento de la realización de los trabajos donde entras en flujo, las horas pasan sin darte cuenta y hay cierta magia en lo que elaboras.

Hace una semana se cumplieron veinticinco años del fallecimiento de Freddie Mercury. Él también nos dejó cierta magia: